viernes, 20 de octubre de 2023

2) Las otras urbes: Limasol, Ayia Napa, Pafos y Larnaca

La isla de Chipre cuenta en sus dos sectores con 1.250.000 habitantes, cifra que hay que encontrar ya que con frecuencia aparece solo la población de la zona griega, algo más de 900.000 personas, dejando de lado los 350.000 de la parte turcochipriota. La ciudad principal es Nicosia considerándola en su conjunto ignorando más de 60 años de división. Después vienen Limasol (150.000 habitantes), Larnaca (sobre 80.000), Pafos (35.000) y muy alejada Ayia Napa, con solo 3.000, pero convertida actualmente en el emblema turístico de Chipre sur.

Curiosamente, todas estas ciudades se encuentran en la costa meridional, y de las grandes solo Nicosia en el interior. De la parte turca, sin contar su mitad de Nicosia hay dos ciudades relevantes: Kirenia y Famagusta, al norte y al sur, respectivamente.

En nuestro viaje las visitamos todas, pero en esta entrada hablaremos de las urbes griegas y en su momento le tocará el turno a las de la parte turca.

LIMASOL

Linda al oeste con la base británica de Akrotiri, que ocupa un amplio territorio de titularidad británica, nada de un alquiler o un préstamo, lo mismo que ocurre con la otra base de este país, Dhekelia, esta cercana a Famagusta y que interrumpe la Línea Verde que separa a los dos Chipres. Otra peculiaridad de la descolonización de esta isla, que al parecer nadie cuestiona.

Es una urbe portuaria con tradición comercial y cultural, y también turística, que su imponente paseo marítimo descubre nada más llegar. 

Ancho, muy ancho, con espacio de sobra para paseantes, cuenta con espacios ajardinados y sitio para terrazas y otros servicios.

Sin duda es una obra cuidada en sus detalles, con largos tramos en madera.


Y en ella no se han escatimado detalles ornamentales.

Este paseo es la principal dotación pública de la ciudad y lo recorrimos durante un rato jugando al gato y al ratón con el sol, pues el día era caluroso, como lo fueron casi todos en esta primera mitad del octubre chipriota.

Catedral de Ayia Napa, de estilo griego ortodoxo

Tras ello nos adentramos en la segunda fila de calles tras un paseo que obviamente ha sido posible construir en terrenos ganados al mar.

En la Agiou Ancheu, paralela al paseo, abundan los comercios y las terrazas de bares y restaurantes que ocupan un vial peatonal muy atractivo.

Callejeamos a ciegas, pues tampoco había pérdida posible, y nos encontramos con unas galerías cubiertas con toldos atestada de comercios y locales de hostelería.



Llegados a su extremo oeste se alza el castillo, una fortificación de larga historia pues dice la leyenda que aquí se casó Ricardo Corazón de León con  doña Berenguela de Navarra y la coronó reina de Inglaterra en 1191.

Una de las dependencias del castillo de Limasol

Recorrimos esta pequeña fortificación y comprobamos que se encuentra a una distancia considerable del mar. Con seguridad, originariamente se levantaba en la orilla y sucesivos rellenos lo fueron alejando de la costa. 

La verdad es que la zona que visitamos de Limasol, aparte del cercano sitio arqueológico de Kourion, del que hablaremos en otra entrada, nos gustó bastante, a pesar de que Pavlos nos había comentado que el desembarco considerable de rusos, israelíes y ucranianos en la ciudad, dispuestos a buscar alternativas para invertir su dinero, ha hecho florecer numerosas compañías y sus correspondientes rascacielos que hace poco tiempo no existían. De ahí que afirmara que Limasol ya no parecía Chipre. teniendo en cuenta que contó que este proceso había tenido lugar en los últimos siete años, damos por sentado que nuestra perspectiva al respecto es, forzosamente, limitada. Sin embargo nos pareció una urbe vivible y animada.


AYIA NAPA


Las aguas cristalinas del cabo Greco atraen a los turistas, que llegan en excursiones organizadas

Hicimos coincidir la visita a Ayia Napa, una ciudad pequeña volcada en el turismo, con una escala previa en el cercano Cabo Greco, situado a unos 16 kilómetros. Es un promontorio rocoso que se incrusta en el mar y es el lugar más oriental del Chipre griego. De gran belleza, muy arenoso y carente de arbolado, el paisaje tiene un gran magnetismo. El borde marino es muy agreste, por lo que ir en barco para disfrutar de sus aguas transparentes es la mejor opción.


Nuestra idea era llegar al extremo del cabo, pero una valla metálica coronada de concertinas impedía el paso. Aunque el conjunto es un área natural protegida, existen instalaciones del gobierno y el paso está vedado, aunque no tenemos muy claro desde cuando ya que nuestras guías aconsejaban realizar todo el recorrido hasta el faro que se encuentra en el vértice del cabo.


Debido a ello nos limitamos a ver las bahías en ambos laterales del cabo antes de marcharnos. Descartamos realizar una pequeña caminata por la zona, a través de un sendero señalizado, ya que sin arbolado y dada la temperatura era poco apetecible.

Vista desde el centro de interpretación del Cabo Greco

Antes visitamos un centro de interpretación sobre la riqueza natural de esta zona. Es un recinto bien montado, atractivo, destinado a divulgar la flora y fauna en tierra y en el mar, pero pensado principalmente para niños (en ese momento lo visitaba un colegio). Para adultos, sin embargo, resultaba un tanto somero y simple.


Del cabo Greco nos acercamos hasta Ayia Napa. Pudimos estacionar en las cercanías de su famosa playa Nissi Beach, posiblemente la mejor de toda la isla o de las mejores. Además del entorno, goza de una arena fina muy agradable y un mar tranquilo. La prueba es que en un día laborable estaba a rebosar. Además, cuenta con unos cuidados chiringuitos y numerosos hoteles repletos de turistas. Aparcamos cómodamente en las inmediaciones de la playa, algo que también conseguimos en Larnaca o Limasol; en todos los casos hay amplios estacionamientos que facilitan la operación.

Chipre, como Grecia, siempre mantuvo una relación cercana con Rusia y es un lugar tradicional de veraneo de rusos que pueden permitírselo. Pavlos nos había dicho que con la crisis actual su número se ha incrementado y ciertamente en la playa escuchamos hablar ruso a varias personas (o al menos nos pareció que era ruso).

Buscamos, y encontramos, un espacio algo más tranquilo tanto para los que querían darse un baño como para los que prefirieron tomarse algo a la sombrita y todos disfrutamos. La temperatura del agua era magnífica y se veía increíblemente limpia.


De Nissi Beach a Ayia Napa son 2,5 kilómetros y allí fuimos para localizar un restaurante. Al llegar encontramos esta interesante escultura, esto en una localidad con un famoso parque de esculturas en las afueras, que vimos solo desde el coche. Comimos cerca en un calco muy trabajado de un pub británico bautizado como Queen Vic, que no estuvo mal. 

Concluimos la jornada con un café  (chinchimonis mediante) en la zona del puerto deportivo, llena de locales y terrazas. Enfrente teníamos una copia de un barco de época destinado a los turistas de Ayia Napa, que son legión.


Ayia Napa concentra el llamado turismo de diversión y tiene parques acuáticos, alternativas de actividades náuticas novedosas...etc y es el centro de la movida nocturna, cuestión sobre la que nosotros poco podemos aportar. Está claro que es un lugar plenamente dedicado al turismo. El despegue le llegó a esta pequeña población tras la invasión turca, que dejó fuera de juego la entonces principal localidad turística de la isla, Varosha, en las inmediaciones de la cercana Famagusta. Han puesto empeño, además, en no repetir aquel modelo (años 60/70) con hoteles concentrados en la playa en muy poco espacio. Aquí están más alejados unos de otros y el resultado es un entorno más acogedor, pero nada especial que lo diferencie de zonas que conocemos bien en el sur de Tenerife.

PAFOS

Pafos es el referente en el occidente de la isla y visitamos la ciudad en varias ocasiones ya que habíamos alquilado la casa en el vecino municipio de Peyia. Al principio nos pareció un tanto anodina, pero con el paso de los días la fuimos viendo con mejor cara.


El turismo tiene importancia en la economía de la zona y de hecho junto a nuestra casa estaban ampliando varios kilómetros un paseo marítimo sobre un terreno todavía virgen, una obra que a nosotros nos provocó algunas molestias. Con seguridad, después llegarán más urbanizaciones y casas orientadas al turismo, de las que ya existen bastantes. Curiosamente, entre las urbanizaciones existen plataneras, una mezcla un tanto sorprendente.


Ante la pujanza del turismo y la presencia de expatriados que vienen aquí a pasar el invierno o una temporada que en sus países de origen es muy fría, abundan comercios de antigüedades y de productos de todo tipo que pueden interesar a los visitantes.


En uno de los paseos nos topamos con una terraza-mirador en un lugar con un fuerte desnivel, que han resuelto instalando un moderno ascensor. Un sistema que potencia la llamada movilidad vertical y que parece que no es ni mucho menos exclusivo de Vigo,

Nuestra compañera quería un expreso y finalmente le correspondió un gigantesco café con hielo

Visitar un país cuando hace calor obliga a  hacer frecuentes paradas. En una de ellas disfrutamos del Café Nero, una cadena que ya conocíamos de UK. Los dos de que se encargaron del pedido tuvieron algunos problemas para hacerse entender con un amable camarero camerunés, y eso que pudieron utilizar con este joven inglés y francés. Sin  mucho éxito.

Mezquita en el casco antiguo de Pafos


Los que fueron a pedir la comanda no lo hicieron porque sí. En los viajes, una vez al día acostumbramos a jugarnos una consumición a los chinos, o chinchimonís, y quien pierda se hace cargo de la cuenta. Es una liga de gran emoción, de la que se va tomando nota y clasificando a los participantes. Para el grupo se ha convertido en un verdadero rito.


La zona del puerto deportivo de Pafos está muy cuidada y cuenta también con un paseo bien diseñado para el visitante, agradable de recorrer.


En uno de sus extremos subsiste un pequeño castillo que en tiempos contaba con otra construcción gemela a poca distancia y conectados ambos por una muralla. Sin embargo, en el plano histórico y arquitectónico lo más relevante de la ciudad son las Tumbas de los Reyes, una antigua villa romana con interesantes mosaicos, o la piedra de Afrodita, entre otros restos que hicieron que se declarara a Pafos Patrimonio de la Humanidad en 1980. Visitamos ambos y hablaremos de ellos en otra entrada.


Recorrimos el pequeño castillo y conocimos un poco su historia, que es la habitual: fortificación defensiva que con el paso de los siglos tuvo otros usos, como cárcel, por ejemplo.


Desde la parte superior se divisa un panorámica de la ciudad, incluido el teatro de verano que ese día estaban desmontando.


Supusimos que lo montan en verano para realizar actividades culturales nocturnas, con el castillo como fondo destacado y rodeados por el mar. Un entorno atractivo.


Ese día comimos en un local del paseo marítimo, Relax, muy bien montado, protegidos del sol y refrescados por la brisa. Recomendable.


 La vista del mar desde un banco del paseo fue nuestra despedida de Pafos. 

LARNACA

Es la principal puerta de entrada a Chipre por su aeropuerto internacional, una instalación que ha tenido mucho que ver con el desarrollo de la ciudad. En el momento de la invasión turca el aeropuerto principal del país era el de Nicosia, que quedó del otro lado de la Línea Verde. Por ello se construyó el de Larnaca para mantener los flujos turísticos. Aunque Pafos también es una terminal internacional, tiene menos relevancia que Larnaca, posiblemente por su ubicación en el extremo occidental de Chipre. 


Como ocurre con Limasol, el paseo marítimo es su principal seña de identidad, en este con sus filas de palmeras. Visitamos la ciudad en un tour acelerado el mismo día que abandonamos Chipre, aprovechando la última mañana disponible. Localizamos un aparcamiento junto a la playa, un arenal excepcionalmente ancho, y nos fuimos a callejear.

Playa de Larnaca, epicentro de su industria turística


En la horas que estuvimos allí recorrimos una parte de su amplio paseo, atractivo pero posiblemente un punto menos que el de Limasol, y después algunas de las calles de su casco antiguo en las inmediaciones del mar.


En pleno paseo, interrumpiéndolo, se encuentra el castillo, cuya finalidad original era, por supuesto, defensiva.

Interior del castillo de Larnaca, de origen bizantino, ampliado y reforzado en el siglo XIV

Entre 1382 y 1398 un pequeño bastión bizantino fue ampliado para conseguir un castillo con mayores prestaciones defensivas. Cuatro siglos después se encontraba en un estado lamentable, pero seguía contando con una guarnición.


Durante la primera guerra mundial Larnaca fue ocupada por los alemanes y el castillo se transformó en un puesto avanzado germano. Tras su recuperación por los británicos, se convirtió en una prisión y en fechas recientes, durante los enfrentamientos entre turcochipriotas y grecochipriotas, estos últimos lo ocuparon y lo usaron como prisión de guerra.

Vista de la parte principal del paseo marítimo desde el castillo

El otro lado del paseo marítimo, ya con más cemento y  menos arbolado



De lo que era Larnaca siglos atrás puede dar una idea este cuadro que pudimos fotografiar en el interior del castillo.


A muy poca distancia del castillo se encuentra una iglesia destacada, la de San Lázaro, que data del año 900 y en la que se conservan los restos de Lázaro de Betania, que fue resucitado por Jesucristo. Mientras visitábamos su interior comprobamos la devoción que provoca entre los vecinos de la ciudad, que se arrodillaban y besaban la tumba de piedra muy decorada situada en la parte delantera del templo. En la actualidad es un templo bizantino aunque con influencias del gótico, barroco y rococó.
La iglesia se encuentra en una zona muy atractiva de la ciudad y bastante bien cuidada, con muchos paseantes el día que allí estuvimos.

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